
Las
interrogantes que se plantean apuntan a determinar qué es el hombre, qué
diferencia al hombre de las demás entidades que existen en la realidad, cuáles
son los componentes fundamentales de su ser; no en el sentido material o
funcional físico con que pueden estudiarlo sea la anatomía o la fisiología,
sino con referencia a lo que constituye lo más diferencial y personal de su
ser, los determinantes de su condición espiritual y racional.
En este sentido, la antropología (del griego:
ántropos=hombre), es aquella disciplina que procura el conocimiento del hombre
no en sentido físico sino especialmente respecto de su comportamiento tanto en
lo individual como en lo colectivo; aunque distinguiéndose de la sociología
como disciplina que analiza las cuestiones de las sociedades humanas desde un
punto de vista más general y objetivo, que subjetivo.
En la realidad, es fácil percibir que entre los
seres vivos, fundamentalmente en el reino animal, ocurren fenómenos de conducta
individual. La etología, en particular, es la disciplina que se ocupa de
analizar las conductas de los animales de todos los niveles zoológicos. Sin
embargo, es también facilmente perceptible que las conductas de los animales
son explicables primariamente en función de factores de carácter instintivo;
como comportamientos que están impulsados por determinantes que pueden
considerarse automáticos o “programados” en relación a determinadas
circunstancias.
Antropologia Filosofica from rafael felix
La facultad humana del conocimiento, ha sido
indudablemente uno de los primeros temas suscitados en el ámbito de la
filosofía; no solamente en cuanto a plantearse la cuestión de si el hombre es
capaz de conocer, sino también aquella del grado de verdad de lo que se conoce.
(Ateniense, discípulo de Sócrates)
filósofo del siglo IV a.C pensaba que el hombre estaba compuesto de cuerpo y
alma. Para él, el hombre es esencialmente alma. Al igual que Sócrates, Platón
dice que el alma es inmortal.
Cassirer empieza así su obra, Antropología
Filosófica, en la que realiza un estudio sobre el hombre, y dice que la única
forma que tiene el hombre para entender el mundo en el que vive es conocerse
primero a sí mismo. Por eso cultiva una rama de la filosofía, la antropología
filosófica, que nos pone una visión de la estructura fundamental de las
actividades humanas y que nos permite entenderlas como un todo orgánico.
La conciencia reflexiva constituye, por una
parte, una derivación de la capacidad humana de raciocinio, y es por tanto una
manifestación de la inteligencia, consistente en retornar a aplica la capacidad
racional esencialmente en forma retrospectiva.
EL CONOCIMIENTO.

La llamada
fenomenología del conocimiento, procura exponer el proceso por el cual el
conocimiento se produce, pero intenta hacerlo desde un enfoque puramente
filosófico, atendiendo al significado de ser objeto o sujeto del conocimiento.
En ese fenómeno filosófico del conocimiento se trasunta una especie de fusión
del objeto conocido con el sujeto cognoscente, que obviamente no sería posible
en ausencia de cualquiera de ellos.
Pero esa suerte de
fusión ocurrente en el conocimiento humano, no tiene lugar en sentido físico y
material sino abstracto. El hombre conoce a través de su intelecto, y lo que se
incorpora a él no es el objeto mismo, sino su representación; que puede ser una
exacta reproducción del objeto conocido - en cuyo caso el conocimiento será
verdadero - o no serlo, por lo menos parcialmente - en cuyo caso el
conocimiento será falso.
La primera de las
cuestiones se suscitan, es la de la posibilidad del conocimiento, para lo cual
los filósofos han dado diversos tipos de respuestas:
Para el
escepticismo, el conocimiento no es posible; lo cual encierra en sí una
contradicción, ya que si realmente el conocimiento no fuera posible, tampoco el
conocimiento de ello sería posible. En ese sentido, se destaca el planteo de
Renato Descartes en su célebre expresión “pienso, luego existo”, conforme a la
cual la sola circunstancia de tener dudas implica la apertura de la
inteligencia hacia la realidad: no nos es posible dudar de que estamos dudando,
y ello constituye algo verdadero tanto como lo es que si estoy dudando es
porque existo.
Para el
dogmatismo, no solamente el conocimiento es posible, sino que las cosas son
conocidas tal como ellas son.
Las posiciones
intermedias, que de alguna manera participan en cierta medida de cada una de
las anteriores, admiten que el conocimiento es posible cuando son cumplidas
determinadas condiciones; las que se refieren a tomar en consideración las
características del sujeto cognoscente, las deformaciones provenientes de los
sentidos, o de los preconceptos personales o sociales.
Acto seguido, se
plantea la cuestión del fundamento del conocimiento:
Para el empirismo,
el fundamento del conocimiento radica en la realidad inteligible, considerando
incluso como parte de ella las propias ideas en cuanto existen en la
conciencia; de tal manera que la experiencia, sea sensible, histórica o
interior, es el fundamento del conocimiento.
Para el
racionalismo, el fundamento del conocimiento reside en la razón, ya no como una
realidad inteligible existente en la conciencia, sino como un conjunto de
evidencias o verdades eternas.
Por otro lado,
también en cuanto a la cuestión del fundamento del conocimiento se plantean las
concepciones del realismo y del idealismo.
El realismo
sustenta que el conocimiento es posible sin necesidad de suponer que la
conciencia impone a la realidad determinados conceptos o categorías. Desde el
enfoque metafísico, el realismo considera que las cosas existen realmente y con
independencia de la conciencia y del sujeto que las conoce. El realismo
ingenuo, supone que el conocimiento es una reproducción exacta de la realidad;
mientras que el realismo científico - también designado crítico o empírico - indica
que no es posible equiparar directamente lo percibido con lo realmente
conocido, sino que previamente hay que someterlo a un análisis racional.
El idealismo
gnoseológico (ya que existen diversas otras acepciones aplicables al idealismo)
ha sido una corriente filosófica moderna, sustentada por filósofos como
Descartes y sobre todo la corriente denominada del idealismo alemán (entre los
que se encuentran Kant, Fichte, Schelling y Hegel). Este idealismo no significa
negar la existencia del mundo exterior, sino sostener que la existencia de esos
objetos del mundo exterior no es cognoscible mediante la percepción inmediata;
y que por lo tanto lo conocido no es el mundo sino una representación del
mundo. El idealismo ha sido profesado por muchos filósofos modernos; no
obstante lo cual ha perdido mucha fuerza en la filosofía contemporánea.
PENSAMIENTO DE SÓCRATES
Sócrates dice que el alma es algo que
existe dentro de nosotros, pero que no se capta por los sentidos. Él dice que
poseemos alma por lo que somos capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional,
de inteligencia. Además, el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con
lo que nos permite decidir nuestra conducta. Ésta es la más importante para
Sócrates, es decir, la función ética o práctica. Sócrates está muy preocupado
por el problema de la felicidad humana, la felicidad no está determinada por
ningún agente externo (por la voluntad de los dioses, o por la biología,
herencia...), sino que depende de nuestras propias decisiones. Nuestras
decisiones son el resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que
tengamos del bien y del mal, de lo justo y lo injusto... El bien y el mal son
objetivos, no depende de lo que nosotros digamos. La voluntad está sometida a
la inteligencia. A ésta manera de pensar se le llama intelectualismo socrático,
es decir, identificar el conocimiento del bien con la buena conducta, y el
vicio con la mala.
La felicidad no se compra con el dinero ni
con el éxito.
La felicidad consiste en la práctica de la
virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales. Una persona es
ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo bueno y lo malo.
La ignorancia es la que conduce a la desgracia del ser humano.
Una persona es ignorante porque no
encuentra los límites del bien y del mal.
La ignorancia es la enfermedad del alma.
PENSAMIENTO DE PLATÓN

Él dice que el alma (racional) es
principio de conocimiento racional, aquello que nos permite conocer la esencia
de las cosas.
Además de alma racional, hay alma
concupiscible (es decir, tendencia hacia el placer).
Alma irascible (es decir, tendencia hacia
el poder, superar las dificultades) lo que se debe hacer y lo que apetece hacer
entran en conflicto. El deber y el placer no son compatibles a veces. Sin
embargo, el alma irascible puede ser aliada de la razón.
Platón dice que “la felicidad es un estado
del alma”. Es feliz aquella persona que consigue la armonía interior, que se
consigue cuando el alma racional controla a las otras dos, cuando somos capaces
de hacer lo que comprendemos que tenemos que hacer, poseemos salud mental.
Platón señala cuatro virtudes para
conseguir la armonía: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
La prudencia es la virtud que perfecciona
al alma racional y que implica el conocimiento de la verdad y del bien. La
enfermedad del alma racional, es decir, lo contrario de sabiduría o prudencia,
es la ignorancia.
La virtud propia del alma concupiscible es
la moderación o templanza. Tenemos que decir no al placer muchas veces para no
crear problemas.
La virtud propia del alma irascible es la
fortaleza, es decir, la capacidad de vencer las dificultades y no ceder a que
nos venzan.
La justicia es una virtud que resulta de
la posesión o unión de las otras dos. Una persona justa es una persona que
tiene un ajustamiento o armonía interior. Para ser ajustado debemos ser sabios,
fuertes y moderados.
Problema de la inmortalidad del alma en
Platón:
En todo conocimiento existen dos elementos
que son el sujeto (Ser que conoce) y el objeto (lo conocido). Hay dos tipos de
sujetos, según como se observe el objeto: la razón y los sentidos. Como las
verdades que conoce la razón (la esencia) es inmaterial, el alma y la
inteligencia también es inmaterial. Al no ser material la razón no desaparece,
no muere.
El objeto de la razón es la esencia de las
cosas, el de los sentidos es el aspecto material (apariencias de las cosas).
Decir que el alma es inmaterial, es decir,
que no está compuesta de partes y, por tanto, no muere ni desaparece, es decir,
es inmortal porque morir significa descomponerse en partes. Éste argumento es
el “Diálogo de Menón”.
El cuerpo del hombre muere como
consecuencia de las enfermedades propias, las enfermedades del alma son: la
ignorancia, la intemperancia, la cobardía y la injusticia. Si éstas
enfermedades no acaban con el alma, mucho menos lo van a afectar las
enfermedades del cuerpo. Esto lo dijo en su obra “La República”.
CASSIRER
Una
vida no examinada, no vale la pena de vivirla-
Sócrates

La frase griega, “γνῶθι σαυτόν” (conócete a ti
mismo) no es por cierto una novedad en
este campo. El aforismo fue inscripto en
el pronaos del templo de Apolo en Delfos, y ha sido atribuido a varios sabios
griegos antiguo y puede cómodamente resumir, por ejemplo, el pensamiento de
Sócrates, como exhortación para encontrar la verdad dentro de sí mismo en lugar
del mundo de las apariencias. Conocerse a sí mismo puede, a primera vista,
parecer contrario a conocer el mundo, pero los dos tipos de conocimiento pueden
considerarse como dos caras de una misma moneda: la filosofía del hombre es el
impulso hacia el conocimiento y dicho conocimiento no puede ser limitado solo a
su mente. Desde Pitágoras hasta Immanuel Kant, muchos filósofos han expresado
la importancia de conocerse a sí mismo como punto de partida antes de empezar a
descubrir la verdad absoluta. Y muchas otras culturas se han dado cuenta de la
importancia de esta afirmación: la cultura de la India con los himnos védicos,
otras culturas orientales, así como de Occidente. Antropología filosófica es una reflexión
filosófica y holística acerca del ser humano. El hombre ya no se entiende
solamente desde una perspectiva sobrenatural o desde su
hipotética naturaleza, sino que se liga a
sus producciones, a sus obras y a sus relaciones con otras personas. Además con
el paso de los años, primero la teología, la matemática, la biología y otras
ciencias, asumieron la guía de la investigación del ser humano. Eso provoca que
haya muchos conocimientos sobre el ser humano, pero estén todos separados, sin
relacionarse. Lo que Cassirer hace a partir de aquí es elaborar un estudio del
ser humano desde una perspectiva global, identificando cuales son los
mecanismos que pueden unir todo estos conocimientos sobre el ser humano e
intentando de explicar también las analogías funcionales de la conducta humana.
Cassirer estudia la concepción del hombre desde distintos puntos de vista, por
ejemplo: la concepción antropológica clásica griega y también la materialista y
la mecanicista, pero hay un problema, es decir que todas estas concepciones se
basan en la homogeneidad y
en la unidad del ser humano. Precisamente,
con la noción de “animal simbólico” Cassirer
define un ser humano que supera las
limitaciones del mundo físico y crea su propio mundo donde puede realizar sus
actividades. Este mundo es creado mediante el sistema simbólico (por símbolos
antropológicos), y las analogías funcionales de la conducta humana: el
lenguaje, el arte, la historia, la ciencia, la cultura, la religión y el mito
forman parte de este sistema. Aunque las divergencias entre las culturas no coinciden
por una identidad de su naturaleza, si coinciden por una conformidad de su
función fundamental.
LA CONCIENCIA.
El término no es empleado en este punto en su
sentido de percepción del ser de sí mismo y de la circunstancia de que es en la
propia mente que ocurren diversos procesos abstractos; sino con una connotación
predominantemente ética, con referencia a la función particular que existe en
el hombre, de auto-evaluar su propio ser y su propio comportamiento, en el
alcance a que se alude frecuentemente designándola como conciencia moral.
Se trata, sin
duda, de una actividad interior del individuo, que puede tener mayor o menor
intensidad generalmente en relación al grado de desarrollo cultural de cada
sujeto, pero que en alguna medida existe siempre.

Filósofos
modernos, como Spinoza y Schopenhauer, han señalado acentuadamente el carácter
de la conciencia de conformar un referente hacia el pasado. Descartes aludía al
remordimiento como “un recuerdo triste” emanado de la duda acerca de si la
conducta que se ha ejecutado ha sido correcta o no; agregando de que no haber
existido duda de que era malo se habría abstenido de ejecutarlo, o de no
haberlo percibido así pero tener ahora certeza, existiría arrepentimiento.
Tanto Sócrates
como Aristóteles señalaron la conexión moral de la conciencia; el primero
considerando que formaba parte del “demonio” que interviene en la existencia
humana, el segundo señalándolo como expresión del sentido moral.
Se han realizado algunas distinticiones acerca
de la conciencia:
Desde el punto de
vista de su origen, se ha hablado de una conciencia innata (de fuente divina) y
de una conciencia adquirida, basada en los valores provenientes de fuentes
humanas, como originadoras de los conceptos morales contrastados por la
conciencia con la propia conducta.
Desde el punto de
vista de los principios y valores morales; se distingue una conciencia pseudomoral
o egoísta basada en el eudemonismo individual; y una conciencia auténtica que
se atiene a principios éticos de validez objetiva y universal.
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